Tensión en el Sahara

El gobierno español sigue manteniendo una posición histórica de supuesta neutralidad con respecto a la situación del Sáhara Occidental. Ésta debería ser la actitud más adecuada desde el punto de vista diplomático y en línea con los criterios de Naciones Unidas porque España todavía tiene alguna responsabilidad legal sobre un territorio ocupado por Marruecos con la Marcha Verde.

Desde hace varios años el Frente Polisario, que defiende la independencia de esta región y pide la celebración de un referéndum como solución política al conflicto, libró una guerra, con el apoyo de Argelia, contra el ejército marroquí. En 1991 se firmó un alto el fuego, y desde entonces la MINURSO, una misión de las Naciones Unidas con un representante especial del Secretario General, ha intentado cumplir su misión con escasos resultados. En la actualidad, el puesto de Enviado Especial lleva varios meses vacante.

Hace varias semanas estalló de nuevo una cierta tensión cuando el paso fronterizo de El Guerguerat, en el suroeste del Sahara Occidental, fue cortado en el lado mauritano por una veintena de manifestantes que bloquearon unos 200 camiones marroquíes que circulaban por la carretera que sube por Mauritania y Occidente. Costa africana, a unos 38 km al norte de Nouakchott. Esta carretera, que es utilizada por Marruecos para el comercio con el África subsahariana, ya había sido objeto de controversia durante años. El viernes pasado, unidades del ejército marroquí entraron en esta franja de tierra desmilitarizada al sur del Sahara para romper el bloqueo de tráfico impuesto por estos manifestantes del Frente Polisario.

En el terreno, asistimos a un enfrentamiento localizado que no ha dejado heridos ni daños graves por el momento, pero que ha dado lugar a la enésima reiteración de la amenaza del Frente Polisario de reanudar la guerra. Nadie cree que esta opción sea posible en un momento en el que el camino es cada vez más despejado para una amplia autonomía del Sáhara Occidental bajo la soberanía marroquí, tras la posterior negociación y acuerdo con Argelia. Por supuesto, los miles de saharauis que llevan años viviendo en condiciones muy precarias en los campamentos tienen mucho que decir, pero la realidad de los últimos tiempos está provocando cansancio entre la gran mayoría de estas personas, incluida la creación de un movimiento político, Saharauis por la paz, como alternativa al desacreditado Frente Polisario y sus líderes acomodados, y el creciente reclutamiento de jóvenes saharauis por parte de grupos terroristas que operan en la región del Sahel. La nueva situación política en Argelia, el flagelo de la pandemia del coronavirus, la presión de los principales países implicados y la nueva resolución de Naciones Unidas apuntan a una posible solución.